Adrián Yunes
Me arreglo para salir, y justo cuando volteo, te veo. Llorando otra vez. Trato de voltear rápido para hacerme el desentendido, y no quiero dejar que me afecte. Mi cuello no dio para tanto. Inocente victima de la inercia, cae escurrida una gota de lo que soy.
Una tras otra, cientos de preguntas se van enfilando para salir despachadas. Acción que se vio frustrada, como dicen los policías, por un simple hecho, saber de antemano la respuesta. ¿Estás llorando por “eso” otra vez?. Un abrazo y un beso solo para empezar. Trato de consolarte con una de esas frases que se escuchan en las películas; de esas que se dicen con el rostro empapado en llanto, cuando muere el que parecía protagonista. Y no tienes idea de lo ridículo que suena en mi cabeza para este momento.
Que podría aconsejar un niño de 20 años, a alguien que reta a las estadísticas y a la física, con el simple hecho de estar de pie. Que podría aconsejar yo, si esta situación nunca paso por mi cabeza.
Repito una y otra vez la misma frase. Cual mantra desgastado. Sigo coreando “todo va a estar bien”. Poniendo toda mí fe, en que aquello de que una mentira, dicha mil veces se convierte en verdad; sea cierto. Por ahora solo uno mis brazos en tu espalda y con un beso en la mejilla trato de evaporar las lágrimas que ya se cansan de hacer ese mismo recorrido por tu rostro.
Una tras otra, cientos de preguntas se van enfilando para salir despachadas. Acción que se vio frustrada, como dicen los policías, por un simple hecho, saber de antemano la respuesta. ¿Estás llorando por “eso” otra vez?. Un abrazo y un beso solo para empezar. Trato de consolarte con una de esas frases que se escuchan en las películas; de esas que se dicen con el rostro empapado en llanto, cuando muere el que parecía protagonista. Y no tienes idea de lo ridículo que suena en mi cabeza para este momento.
Que podría aconsejar un niño de 20 años, a alguien que reta a las estadísticas y a la física, con el simple hecho de estar de pie. Que podría aconsejar yo, si esta situación nunca paso por mi cabeza.
Repito una y otra vez la misma frase. Cual mantra desgastado. Sigo coreando “todo va a estar bien”. Poniendo toda mí fe, en que aquello de que una mentira, dicha mil veces se convierte en verdad; sea cierto. Por ahora solo uno mis brazos en tu espalda y con un beso en la mejilla trato de evaporar las lágrimas que ya se cansan de hacer ese mismo recorrido por tu rostro.