Algo ha pasado...

Adrián Yunes
La felicidad ha decidido ser mi karma. Como lo hacía cuando estaba triste. Que facilidad tenía. Encontraba palabras que se ajustaban perfectamente a lo que venía sintiendo. Por ahora, me he quedado atónito. No sólo por el hecho de que me he venido sintiendo mejor, más bien por tener que decir que la alegría, ha barrido hasta la más mínima partícula de inspiración que quedaba en mí.

Ya lo decía Sabina. Raro en él, dando cátedra intensiva de cotidianidad, a través de reducidos sermones que resuelve llamar canciones. “Oiga, doctor, devuélvame mi depresión….que no escribo ni una nota desde que soy feliz”. Y que razón tiene. Felicidad, bendita seas. Pero como jodes lo que escribo. Y cada vez que pongo tu canción amigo mío. Es como un. “te lo dije” que retumba en mi cabeza.

Me ha tocado calibrar la balanza. Y no lo quiero, ¿qué será mejor? Estar feliz y sin saber que escribir. Teniendo que rebuscar en la memoria de mi computadora meros inicios, de lo que parecía ser un escrito. Sortear mi lenguaje en el diccionario de sinónimos. Como si la felicidad matara en artritis para mis dedos, quizás dejarme llevar por el lado oscuro por un tiempito, sea la mejor solución, para ver si así logro escribir algo decente.

Que problema he tenido para escribir en estos días. Que tontería. Y es que recién descubro, porque llaman al destino “cruel”. Pendejo él, poniéndome entre la espada y la pared. A elegir entre lo que tenía tiempo sin sentir o lo que últimamente había descubierto que hacía bien. Me niego a decidir. En tu conciencia quedará.

¿Y ahora qué? Vuelvo y me hago la misma pregunta. Por ahora. Me resuelvo escribiendo esto. Que deja en mi cabeza una pequeña espinita y dos preguntas. ¿Habré aprendido a escribir animado? O ¿será este escrito un mal síntoma para mi felicidad?